domingo, 23 de marzo de 2014

“Hakuna matata”. ¡Es Cuaresma!

Nos encontramos a la mitad del camino recorrido en esta cuaresma. El tiempo se desgrana irremediablemente y sin interrupción. Por eso es necesario preguntarnos cómo van nuestros propósitos, programas y decisiones que con tanta ilusión nos marcamos al inicio. Cada día es una oportunidad para renovar con entusiasmo nuestra generosidad sin límites. Es momento de ajustar nuestra vida.

Nos viene muy bien recordar cuáles son las tres actitudes básicas para seguir recorriendo este camino cuaresmal: limosna, oración y ayuno. Son la oportunidad de oro para avanzar cada día detrás de la cruz de Cristo y llegar a coronar nuestro esfuerzo sincero por ser mejores católicos.

Limosna. Es el gesto de compartir tiempo, ayuda y consejos, creando un espacio de generosidad y de verdadera caridad para salir de nosotros mismos y pensar en los demás, en el que más lo necesita, el de la esquina de la calle, en el que toca a la puerta, en el que tenemos en el propio hogar y a veces somos tan indiferentes y egoístas. Somos tristemente, la mayor de las veces: “luz de la calle y oscuridad de la casa”.

Oración. Además de disfrutar de esos largos ratos de diálogo con Él para conocerlo, escucharlo y amarlo, cuánta falta nos hace acercarnos a Dios para hacer un buen examen de conciencia y aprovechar para una confesión general. Qué paz y serenidad respiramos en el interior. Es ponernos en la presencia de Dios, reconociendo nuestra condición humana y depositando en Él nuestra confianza.

Ayuno. Por naturaleza somos reacios a desterrar y huir del sacrificio, de la renuncia y la abnegación. Sin embargo, qué bien nos hace poder ofrecer esas pequeñas contrariedades por amor a Dios. Son un bálsamo que fortalece nuestra alma y la hacen más digna de Él, además es una manera de reparar por nuestras debilidades, miserias y pecados cometidos.

“Hakuna matata”. No es hora de complicar nuestra existencia, ya de por sí la vida es un desafío como para hacerla odiosa. Admiro a tantos hombres y mujeres que con gran talante y sencillez de espíritu trabajan en su corazón y en su entorno familiar y social por hacer llevadero el día a día. Como lo escuchábamos hace poco en el evangelio: “Bástele a cada día sus problemas” (Mt.6, 34)

Ya más de alguno me ha dicho: “Padre, he roto mi promesa, no he cumplido mis propósitos…” “Hakuna matata” nuestra vida es un lucha continua, la escritura nos dice: “El que persevera hasta fin se salvará”. (Mt. 10, 22). Simplemente les digo que no es tiempo de anidar en el corazón el desaliento, la desgana o la flojera. Con mayor razón hay que levantarse con humildad y continuar adelante con redoblado esfuerzo por no dejar pasar esta oportunidad de sacar todo el jugo a este tiempo de conversión y cambio. 

En fin, hay muchas oportunidades que podemos practicar para crecer en nuestra vida espiritual. Lo importante es saber acoger a Cristo y darle cabida en el corazón. Él es la palabra viva del Padre, es la Verdad que nos libera y nos hacer gozar de felicidad.


La clave está en aplicarnos y no dejar que pasen los días sin darles ese toque de autenticidad. Está comprobado, yo personalmente no conozco a nadie perfecto, sólo conozco a personas con defectos,  imperfecciones y debilidades que valen la pena quererlas, apoyarlas y ayudarlas. Esta es mi rica misión como sacerdote. Es hora de volver a Dios y no aflojar el paso. “Hakuna matata” no te angusties, no hay problema, es Cuaresma. ¡Hablemos claro!

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