En la madrugada del jueves 1o de noviembre, tres jóvenes perdían la vida a causa de una avalancha producida en una macrofiesta, en el Madrid Arena, se trataba del concierto de Steve Aoki. Muchos reían de la muerte de halloween en su noche de disfraces por todo el mundo, pero en un lugar muy concreto del globo terráqueo, en esta ocasión, Madrid, en torno a las 4 de la mañana, se produjo una estampida que provocó la muerte de tres jóvenes: Rocío, Katia y Cristina, y que dejó a Belén Langdon y a María Teresa Alonso en estado crítico. Al día de hoy, María Teresa Alonso permanece ingresada en la UVI (Unidad de Vigilancia Intensiva) de la Fundación Jiménez Díaz con un aplastamiento torácico y habiendo sufrido falta de oxígeno en el cerebro.
En la mañana del sábado 3, Belén moría en el hospital. Durante esos tres días, miles de personas habían rezado por la joven «con mucha tristeza y mucho dolor pero con la serenidad y la paz que te da cuando uno se abandona a las manos del Señor», según dijo su padre.
«Tengo esta entereza gracias a la fe»
En cuanto se supo que Belén estaba grave, sus amigos se movilizaron. El jueves, a medio día, el sacerdote de su colegio ofició una misa. Tras la celebración, el Santísimo se quedó expuesto para que todo el que lo deseara pudiera rezar.
También en el hospital Doce de Octubre se celebró una Misa por la chica de 17 años. Su cuerpo había sufrido muchos daños y sólo se mantenía con vida gracias a un respirador artificial, que mantenían enchufado hasta que los padres, que se encontraban fuera de España, regresaran junto a su hija.
Los médicos cada vez ofrecían menos esperanzas a la familia. El viernes por la tarde, uno de los hermanos de Belén, que es sacerdote, fue entrevistado por la Cadena COPE de radio. El padre Borja explicó «hemos puesto a mi hermana en las manos de Dios, porque se está apagando poco a poco su vida». Con una extraordinaria visión sobrenatural y con una gran entereza humana, el hermano contó de que no había esperanza médica para Belén, pero que «gracias a Dios, miles de personas han rezado por ella. Además ha podido recibir la Unción de Enfermos por él mismo».
Cuando uno se está cerca de Dios, se entiende los sinsabores de la vida «Tengo esta entereza gracias a la fe, humanamente no se puede soportar. Somos afortunados por toda la gente que reza por Belén», fueron las palabras de su hermano sacerdote a la radio.
«Dios ha querido que sea de esta manera»
Belén murió el sábado a las 9 de la mañana. El velatorio se celebró en el tanatorio de San Isidro. El papá no rehuyó a los medios de comunicación, e incluso en medio de ese dolor dio un gran testimonio de fe: «Estamos viviendo estos momentos con mucha tristeza, con mucho dolor, por nuestra pérdida, pero a la vez con la serenidad y la paz que te da cuando uno se abandona a las manos del Señor. Ha querido que sea de esta manera, y hay que aceptarlo. De esa manera uno se siente muy triste, evidentemente, pero con mucha paz y mucha serenidad».
El funeral de Belén se ha celebrado en la Catedral de Alcalá de Henares y ha sido oficiado por el obispo, monseñor Reig Pla. A la ceremonia han acudido cientos de personas para despedirse con un «hasta pronto» de Belén.
Una chica alegre
Belén Langdon era la penúltima de siete hermanos, uno de ellos sacerdote y otro seminarista. Todos han querido destacar, durante estos días, la profunda alegría que inundaba todo cuando llegaba su hermana: «Todo el rato estaba alegre. Siempre estaba sonriente. Era muy servicial».
También sus amigas del colegio han recordado a Belén, quien no tenía problemas en reírse de sus propios defectos y así hacer pasar un buen rato a sus compañeras de clase.
Durante el tiempo que transcurrió entre el accidente y la muerte de la joven, desde el entorno de Belén se difundió la siguiente oración para poder rezar pidiendo, si era lo más conveniente para las almas, su salvación.
Oración:
«Señor, vengo ante ti poniendo mi confianza en tu misericordia y amor. Vengo ante ti con fe poniendo mi confianza en tu misericordia y amor. Vengo ante ti con fe en tu promesa que tu das aquello que pida en Tu Nombre si es lo que mas conviene para nuestras almas.
Señor cura a Belén de todos los traumatismos, toca a Belén con Tu mano poderosa en todas las áreas de su cuerpo que más necesitan de sanación. Permite que el calor de Tu Espíritu penetre en todas las células, en todos los tejidos, y en todos los nervios de su cuerpo herido. Reemplaza esos tejidos enfermos con salud. Llévate de su cuerpo todo aquello que no sea vida, limpia toda infección, quita toda inflamación, deja que fluya la vida por su sangre, que el aire vital la restaure por dentro, y reconstruye todas sus zonas heridas.
Fortalece su cuerpo, su mente, sus emociones, su espíritu; y con el mismo poder con que la creaste, sánala y revitalízala, Señor.
A nosotros Señor danos la gracia de aceptar este dolor con paciencia. Déjanos ver desde la fe Tu mano salvadora, cómo Tú nos sostienes y nos llevas.
Y cuando Belén este sana, que sea testimonio de Tu poder y Tu gracia, de Tu infinita misericordia y que pueda servirte y alabarte el resto de su vida. Amén».
No me cabe la menor duda ante este suceso, Dios tenía sus planes, la quería para sí. La historia se repite y me hace pensar, cuántos jóvenes en la vida caminan a ciegas y no tienen tiempo para crecer en su fe. Ella deja en nuestras vidas el suave olor de Cristo.
Según las primeras investigaciones, alguien lanzó una bengala en el
interior, lo que desató el pánico y llevó a que mucha gente empezara a
correr en todas direcciones y a rodar por el suelo. Alguien tiró una bengala y ya a partir de ahí fue a
peor. Con un aforo de 10,500 personas, se permitió la entrada de 20,000 y era de esperar lo que aconteció.
Les expongo los testimonios de algunos muchachos que estuvieron ahí presentes y narran su experiencia de esta tragedia.
LAURA: "PENSÉ EN LLAMARLES A MIS PADRES Y DECIRLES QUE ME MORÍA"
"Antes de entrar al concierto de Steve Aoki ya escuchamos rumores de
que se habían vendido más entradas de las permitidas, pero nadie hizo
nada al respecto, incluso los menores de edad pasamos sin problemas.
Como a las cuatro de la madrugada se produjo una avalancha por culpa de
una bengala que tiraron. La gente, asustada, empezó a empujar y a correr
hacia la puerta más cercana, donde se amontonaron. Yo estaba cerca de
la puerta, pero al llegar tanta gente se formó un tapón. Era imposible
salir. Perdí a mis amigas y me quedé sola en el medio de la avalancha.
Me faltaba el aire y no podía respirar. Pensaba que me moría. Incluso
pensé en llamar a mis padres y decirles que me moría, que de ahí no
salía.
El agobio no era solo pensar que no podías respirar, sino el sentir
que la gente te aplastaba, la impotencia de no poder hacer nada, de no
poder escapar, la sensación de la falta de aire... veías que la gente
seguía empujando y que era imposible ayudar a nadie. Al final, un chico
al verme gritando y llorando que me moría, que no podía más, me levantó y
consiguió que por inercia la gente empujara hacia la puerta y me
sacasen fuera. Pero no es solo el hecho de la avalancha, sino el hecho
de que sabiendo que había heridos no suspendiesen el concierto, algo que
es totalmente vergonzoso".
Roberto García, 20 años: "Lo de anoche fue escalofriante"
"Lo de anoche en Madrid Arena fue escalofriante. No he sido capaz de
dormir. Sin duda había exceso de aforo y escasos efectivos de seguridad.
Lo vi todo desde la pasarela de justo encima de donde estaba la masa
humana. Fuimos a la fiesta un grupo de unos 8 o 10 amigos y desde que
cogimos la línea diez de metro para llegar a Lago nos sorprendió la
cantidad de personas que se dirigían al Madrid Arena. Jamás había visto
tanta aglomeración de gente en el metro. Al entrar no nos pidieron ni el
DNI; solamente la entrada.
El recinto tiene tres plantas. Mis colegas y
yo estábamos en la del medio. Desde allí vimos cómo una masa de gente
empezó a agolparse y pensamos que era por una pelea. Después alguien
encendió unas bengalas y cada vez había más y más chicos... No podíamos
movernos. Me giré y mis amigos habían desaparecido. Fue horrible.
Recuerdo la cara de una chica que no podía salir. No había muchos
porteros. No sabía qué hacer. A las cinco y media logré bajar a la
primera planta y me enteré de que una chica había muerto. Lo que pasó
fue vergonzoso"
Cristina Cárdenas, 18 años: "Había mucha gente al borde del coma etílico o con sobredosis"
"Entramos cerca de las dos. Conforme pasó el tiempo ya no se podía
andar. Era muy complicado mantener al grupo unido. La sensación era
agobiante, allí no cabía ni un alfiler. La gente bailaba empujándose y
dando saltos, lo que hacía más difícil moverse. Mi amiga Mónica y yo no
hemos recibido más golpes en nuestra vida. La gente vomitaba dentro, se
desmayaba... un caos. Una chica que debía estar bebida me pegó un
puñetazo en la boca porque intenté ayudarla a levantarse del suelo. Los celulares no funcionaban, así que no podías encontrarte con nadie dentro.
Cuando salí, cerca de las cuatro de la madrugada, había muchísimas
ambulancias fuera. La novia de mi hermano tuvo un ataque de ansiedad y
se desmayó, pero no la atendieron debido a la cantidad de gente al borde
del coma etílico o con sobredosis de alguna droga. Mientras mi hermano
intentaba ayudarla, le robaron el celular y la cartera. Fue poco antes de
que ocurriera lo de la bengala".
Ramiro, 18 años: "Vi a cuatro o cinco chicas tiradas en el suelo"
"Yo estuve en el momento de la avalancha. Salí a fumarme un cigarro
con dos amigos y , de repente, se empezó a crear un tapón por una de las
puertas (una de las que estaban cerca del centro del local). La gente
empezó a empujar pero estábamos tan apretados que no podía moverme, ni
para delante ni para detrás. La gente empezó a caerse al suelo un metro
por delante de mí. Yo aguantaba a tres chicas que estaban por caerse al
suelo pero me preocupaban más los que estaban en el suelo. Se caían unos
encima de otros.
Los de seguridad no dejaban salir a la gente que se
iba acumulando en la salida. La gente empezó a gritar y fue entonces
cuando empezaron a sacarlos. Vi a cuatro o cinco chicas tiradas en el
suelo. Había zapatos sueltos alrededor y alguien le estaba tomando el
pulso a una de ellas. Le dije a mi amiga que no mirara. Había mucha
confusión. Cuando empezaron a sacar a la gente, pudimos salir".
Álex del Mazo,19 años: "Fue un caos absoluto"
“Todo empieza en los exteriores de la parada de Metro de Lago donde
una masa de gente haciendo botellón esperaba el gran momento de ver a
Steve Aoki. Todos los alrededores estaban absolutamente llenos de gente.
Era impresionante. En ese momento la gente hablaba de que se habían
vendido muchas más entradas de las que permitía el aforo del Madrid
Arena. Sobre las dos de la madrugada nos pusimos en la cola para entrar
en el recinto. La entrada fue muy rápida y parecía que el sistema de
organización funcionaba. Lo que en realidad era ocurría era que los de
seguridad no pedían documentación ni siquiera a aquellos con apariencia
de menores de 18 años. Te miraban la entrada, te la quitaban y no te
ponían ningún tipo de sello.
Una vez dentro, todo estaba bien hasta que los de seguridad se
empezaban a poner muy nerviosos al no poder controlar toda la riada de
gente que quería pasar de un piso a otro o salir por unos minutos a la
calle a descansar los oídos. En un momento, por unas escaleras
interiores del recinto que accedían a un baño, un chico corría empujando
a la gente. Uno de seguridad se abalanzó sobre él por encima de las
cabezas de la gente que estaba sentada.
A las cinco y media de la madrugada, Steve Aoki terminó la sesión sin
que nadie nos hubiera advertido de lo que allí había pasado. Al salir,
una chica nos contó impactada que había visto morir gente aplastada, que
había una masa de personas tiradas en el suelo llorando a las que
intentaban reanimar y no podían. En ese momento supimos que era cierto
todo lo que contaban, de que habían sacado a personas en camilla
cubiertas con papel plata. En definitiva un caos absoluto, gente y más
gente para todos los lados como si de un hormiguero se tratase, no
pudimos siquiera acceder a la estación de Lago por los empujones de
cientos y cientos de personas que intentaban volver a sus casas”.
Ernesto Moreno, 21 años: "¡Echaos para atrás que se está muriendo gente!, gritaban los guardias"
"A eso de las cuatro menos cinco ya nos íbamos a ir. Éramos cuatro
colegas. Estábamos en la tercera planta y tardamos un montón en llegar a
la entrada por la cantidad de gente que se agolpaba en los pasillos.
Había mucha gente en el suelo y no te podías mover. La única salida
estaba abarrotada y no paraba de llegar más gente por detrás. Había
mucha gente en el suelo. El pasillo se llenó de humo. No podía salir.
Los porteros de la discoteca tiraban a la gente para sacarla a la calle.
Me quedé pegado a la pared, perdí a mis amigos y sentía mucha presión.
Un chico y yo sujetamos a una chica que iba borracha. Se va a caer. Hubo
un momento en el que me metí en un baño esperando a que despejase un
poco. Me acuerdo que los guardias de seguridad estaban muy nerviosos y
que gritaban: "¡Echaros para atrás que se está muriendo gente, echaros
para atrás!".
Termino diciendo con el obispo: La fe en Dios será de gran ayuda a la familia y amigos para afrontar «la muerte a nuestros ojos prematura» de la menor. Manifestó además, que ha tenido palabras de admiración por la serenidad con que, desde su convicción cristiana, los allegados de la chica han encarado su pérdida. «Esta es la España en la que yo creo», y no la que «prescinde de la imagen de Dios».