domingo, 20 de julio de 2014

Un verdadero baño de fe.

Hoy concluye la magna peregrinación de nuestra diócesis de Querétaro a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe con tres celebraciones eucarísticas para los ciclistas, las mujeres y los varones.

A lo largo de 11 días han caminado las mujeres, 10 días los varones y 4 días pedaleando los ciclistas. Muchos aventureros son amigos, abuelos, papás, hermanos, sobrinos, tíos o simplemente familias enteras de larga tradición que han impulsado sus antepasados, otros por devoción y aprovechando sus vacaciones para llegar a los pies de la Morenita del Tepeyac y renovar su fe, cumplir con sus promesas y juramentos de años. Todos llegan ahí sí, cansados, exhaustos, enfermos y con ampollas…. su esfuerzo y sacrifico ha valido la pena, no pueden esconder la alegría y el entusiasmo de manifestar con su testimonio que en un pequeño rinconcito de nuestro patria todavía existe el coraje de sentirse hermanos y hermanas guadalupano@s.

Cada día se fueron acercando de muchos lugares de nuestro estado: de la sierra, de los ejidos, de rancherías, pueblos y comunidades parroquiales, todos alentados por sus celosos párrocos que impulsan la misión y evangelización de nuestra Iglesia.

Cuando me dirigía a confesar durante la semana, platicaba con un colega sacerdote y le decía: cada vez me asombro, como México no hay dos, esta hermosa tradición popular y de muchos años, es un verdadero baño de fe que te limpia y purifica para comprometerte más en tu vida cristiana, y no digamos más en nuestra vida sacerdotal. Es admirable ver y presenciar la alegría inigualable que trasmiten las hermanas y los hermanos de nuestra diócesis. Cada uno lleva en el fondo de su corazón sus dolores, sus miserias y sufrimientos del alma, que intentan purificar acercándose a los sacramentos de la reconciliación y eucaristía.
Sin lugar a dudas, los verdaderos beneficiados son los valientes hombres y mujeres que han caminado y orado a lo largo de estos kilómetros, desafiando las inclemencias del tiempo, del cansancio, de la sed y el calor.

Mi sincero reconocimiento a todas las comunidades que han sido verdaderos samaritanos de los peregrinos. Su cariño, su hospitalidad, su servicio generoso y oculto por prodigar y hacer más llevadero su caminar. Dios bendiga sus finuras y detalles con muchas bendiciones.

Nuestra gratitud a todos los seminaristas que con su testimonio siempre fresco impartieron la catequesis en los diferentes grupos mostrando esa bella y cautivadora imagen de la Iglesia y suscitando con su predicación verdaderas conversiones y cambios en el corazón de cada peregrino.

Hoy regresan todos a sus hogares para compartir las experiencias y vivencias que han recibido en estos días. Acojan con amor el mensaje que Cristo les lanza. Deben seguir contagiando y salpicando a sus familias de la frescura de haber hecho este verdadero baño en la fe para poder irradiar el buen olor de Cristo. Que todos los que admiran su intrepidez en la fe se vean igualmente comprometidos en hacer el próximo año este experiencia.


Que la Sma. Virgen sea y siga siendo la compañera de nuestro peregrinar por la vida, sumergidos en la intimidad como Ella para descubrir el maravilloso plan que Dios ha trazado en nuestras vidas. No dejemos que el enemigo  de nuestras almas nos robe todos esos buenos propósitos, compromisos, buenos deseos e intenciones que Ella ha dejado como muestra y huella de su amor: “No estoy yo aquí que soy tu Madre”. ¡Hablemos claro!

domingo, 13 de julio de 2014

¡Aprovecha el momento, vive tu día!

Cada día experimentamos el final de un día que inició con gran ilusión. Cerramos etapas en nuestra vida y quisiéramos cuando todo marcha bien detener el tiempo. Hoy termina el mundial de fútbol. Un mes lleno de muchas sorpresas, de alegrías, tristezas y desilusiones, se gana y se pierde, etc. El tiempo no para y esta etapa acaba. Así lo ha vivido el mundo entero y así lo sentimos todos cada día. No digamos cuando perdemos a un ser querido en nuestra familia, su ausencia y el hueco que deja en nuestro hogar marca el final de una etapa y siempre nos hace pensar, sin lugar a dudas, que también el tiempo nos interpela y nos llama la atención para prepararnos mejor.

Los colegios han cerrado un ciclo académico más, se encuentran en clausuras y graduaciones. Un año queda atrás cuajado de momentos que cada uno ha vivido de lo más variopinto. Hay que reconocer que se llora y se sufre, se ríe y se goza. Los acontecimientos se suceden a veces sin esperarlos ni desearlos, pero sí, hay un Dios tan Providente que nos sorprende a cada paso.

Para muchos la primera quincena de vacaciones ha concluido y ahora  emprenden su labores y actividades ordinarias. Quisieran alargar más el descanso que siempre es poco y pasa muy rápido. Un tiempo más que no podemos atrapar.

 Alguien dijo: “No existe falta de tiempo, existe falta de interés. Porque cuando la gente realmente quiere, la madrugada se vuelve día. Martes se vuelve sábado y un momento se vuelve oportunidad”. Indudablemente no podemos vivir aferrados al pasado, los minutos y las horas pasan irremediablemente, y sin quererlo ni desearlo camina el tiempo lleno de frenesí e inquietantes novedades. Una etapa más, el pasado no volverá, ha terminado y de esta manera cerramos la puerta con la certeza de que no volveremos a abrir este pasado, quizá sólo recordaremos este tiempo como un período que ha marcado la vida propia como agradable o desagradable, más no podemos revivir cada instante de la vida.

Se trata de pasar página nueva, de vivir el presente y empezar un nuevo capítulo. Sabiendo que cada uno tiene una forma de ver la vida, de convivir con las dificultades y con las conquistas que se traza como meta. Nuevos desafíos se presentan ante nuestro ojos para poder tener la osadía y valentía de afrontarlos. Aquí es donde se pone a prueba nuestro coraje y por supuesto nuestra voluntad de cambio. Cada día que iniciamos es muy diferente, ninguno es igual, por eso cuando abrimos los ojos cada mañana debe llenarnos de ilusión, porque el final de una etapa es sólo el comienzo de otra.

El continuo examen de conciencia sobre nosotros mismos nos hará aprovechar esta nueva jornada para sacarle el mejor jugo posible. No existe mayor desgracia que perder nuestro tiempo en vagas contemplaciones y viviendo la vida sin ilusión y entrega. Pasarnos la vida sin hacerla rendir a tope. Quizá no seremos grandes personajes famosos, ni nuestros nombres aparecerán en los libros de historia. En cambio, podemos aprovechar al máximo el tiempo que Dios nos concede y construir algo por los demás.

Definitivamente el tiempo es un don que Dios nos concede y que nos invita a saberlo aprovechar. Ya lo decía Virgilio en su inmortal obra la Eneida: “Tempus irreparabile fugit”, el tiempo se escapa sin remedio. Por ello como se trata de un valor no material, no lo percibimos con tanta facilidad y claridad, más bien debemos hacer una parada y reflexionar para darnos cuenta de él.


No olvidemos que cada uno hemos recibido de Dios unos talentos que debemos trabajar para mostrarle a Él, al final de nuestra vida los frutos de trabajo.  Es de esta manera como podemos hacer rendir lo que hemos recibido y poder ser premiados si hemos sabido aprovechar con verdadero interés el día que vivimos y el tiempo que se nos ofrece. ¡Hablemos claro!

domingo, 6 de julio de 2014

Decálogo para vivir un verano cerca de Cristo.

Decálogo para vivir un verano cerca de Cristo

Hemos iniciado o estaremos por iniciar las vacaciones. Muchos de nosotros esperamos con ansia este merecido descanso para reponer fuerzas, convivir en familia, romper la rutina diaria para enfocarnos en otras actividades que nos ayuden a aprovechar este tiempo magnífico de sereno reposo. Les propongo un decálogo para estos días.

1. No olvidarnos que somos católicos siempre y, por lo tanto, nuestra comunión con Cristo ha de ser consciente y constante. Se trata de no esconder ni guardar la fe. Vivir dando testimonio de este maravilloso tesoro.

2. Este tiempo es propicio para no olvidarnos de Dios y ser rostros vivos de su presencia. La peregrinación es una oportunidad de crecer espiritualmente. Se trata de caminar en familia, conviviendo con los demás y fomentando nuestro fervor popular con la Morenita del Tepeyec.

3. Muchos de nuestros fracasos y deserciones se deben  a que no oramos. La oración nos hace fuertes, nos clarifica, nos hace reflexionar y llevar a cabo la voluntad del Padre. Busquemos diario un tiempo propicio para ejercitarnos en la oración y dialogar con el Maestro.

4. Cristo Eucaristía es una necesidad que alimenta nuestra alma y nos fortalece en la debilidad. No dejemos nuestra misa dominical y busquemos la reconciliación para recibirlo dignamente. Y si es entre semana, mucho mejor. No te arrepentirás.

5. El buen tiempo hace agradable nuestro día. Ya esté nublado, llueva, haga sol o calor, no hagamos que el culto al cuerpo esté por encima de la adoración a Dios. Ejercitémonos en algún deporte para mejorar nuestra salud.

6. Fomentemos la cultura de la lectura con un buen libro, y mejor si contiene criterios cristianos y valores humanos, será garantía de un pensamiento recto, de una conciencia lúcida. ”Dime lo que lees y te diré cómo piensas”.

7. Contemplemos  la maravilla de la creación que Dios ha puesto para nuestro asombro y deleite. Respetemos el entorno donde descansamos y gocemos de tantas cosas buenas que el Señor pone a nuestro alcance.

8. La belleza, el arte, la familia, la música… nos puede llevar al encuentro y al disfrute personal de Dios. La Sma. Virgen es una mano que nos empuja hacia el Señor.  ¡Disfrutemos de la huella que el hombre ha dejado a través del arte y como fruto de su fe!

9. El silencio y la contemplación de un valle, de un atardecer o junto al mar. El caminar por las montañas como signo de nuestro esfuerzo por llegar al cielo. Nuestro descanso como antesala de lo que un día desea Dios para cada uno de nosotros… pueden ser reflexiones que nos ayuden a vivir este tiempo con sentido cristiano.

10. Estar en familia, visitar a los papás, a los abuelos, a los tíos, a los primos o a los amigos. Estar en el rancho, en el pueblo, en el mar, en la montaña o en una aldea, adentrados en el bosque o perdidos en un desierto. Frente a una catedral o por las calles de una gran ciudad, en la fiesta, etc. No nos olvidemos de nuestra condición de bautizados para testimoniar con nuestra alegría la presencia viva y cercana de que Dios va con nosotros y nos acompaña como fiel amigo de nuestras vidas.


Les deseo unas felices vacaciones en familia y recemos por todos los que dedican este tiempo para hacer un discernimiento vocacional, en la espera de responder a la llamada de Cristo. ¡Hablemos claro!