Estos días de navidad son una oportunidad
magnífica para que las familias se reúnan, sobre todo cuando disponen de unas
vacaciones para dedicar este tiempo precioso a la familia. A veces el trajín de
las ocupaciones y distracciones laborales nos hace perder esa sana convivencia
familiar.
Hoy con la Iglesia celebramos a la Sagrada
Familia de Nazaret, modelo y verdadero programa de vida para nuestros hogares.
En medio de la grave crisis económica que padecemos, nuestras familias son un
lugar privilegiado para vivir la solidaridad y sana convivencia. Son el hogar
que dan cobijo en las situaciones de intemperie y estas crisis se soportan
mejor gracias a la familia donde papás e hijos trabajan por sobrellevar en
armonía, paz y serenidad las situaciones adversas que se presentan.
Así lo hicieron San José, la Santísima Virgen
y el Niño Dios. Fueron treinta años de vida oculta de Nazaret que nos describe
el evangelio casi sin decir nada pero que con intuición comprendemos. No vemos
confort, ni comodidades materiales o comerciales llenas de superficialidades,
ni menos disgustos, no se escuchan voces de enojo, ni se ven caras de disgusto,
ni gestos de reproche o actitudes de rebeldía. Ahí se respira amor y mutua
comprensión, una familia unida y modelo de todas las familias.
Es una familia feliz, pero pobre, no exenta
de dificultades, de problemas y angustias para huir de noche y buscar refugio
en un país extranjero como tantos refugiados esparcidos por doquier. Ellos no
comprendieron pero aceptaron. Nosotros no comprendemos pero razonamos, tratando
de buscar argumentos para justificar lo que pedimos, lo que deseamos y lo que
buscamos. Queremos que las cosas sucedan como lo planeamos. En cambio “María
guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón” (Lc. 2, 19)
Este es el canto a la ejemplar familia.
Acerquémonos y admiremos lo que esta familia irradia para nuestro hogares.
Dejemos a un lado, los rencores, las rivalidades, las envidias, los chismes y
vivamos este tiempo en paz, en saber compartir y dialogar, en disfrutar y reír
con las amenas conversaciones y recuerdos de buenas experiencias vividas en y
con nuestra familia. Aprendamos a vivir el amor y el sacrificio, conscientes de
que la gracia del sacramento del matrimonio fortalece a los papás para
sacrificarse el uno por el otro y ambos por los hijos.
Como decía el Papa Pablo VI en su
visita a Nazaret en el año 1964: “Que Nazaret nos enseñe el significado de la familia, su
comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e
inviolable, lo dulce e irreemplazable que es su pedagogía y lo fundamental e
incomparable que es su función en el plano social… Jesús, José y María, sed el
consuelo y la fuerza de todas las familias de la tierra para que sean trasuntos
fieles de vuestra Sagrada Familia, renovando el empeño en el comienzo del Año
Nuevo, que el Señor nos concede por su gracia. Visitadnos ahora y hacednos
fuertes con la gracia de la Eucaristía.” ¡Hablemos claro!