domingo, 29 de diciembre de 2013

Un canto a la familia.

Estos días de navidad son una oportunidad magnífica para que las familias se reúnan, sobre todo cuando disponen de unas vacaciones para dedicar este tiempo precioso a la familia. A veces el trajín de las ocupaciones y distracciones laborales nos hace perder esa sana convivencia familiar.

Hoy con la Iglesia celebramos a la Sagrada Familia de Nazaret, modelo y verdadero programa de vida para nuestros hogares. En medio de la grave crisis económica que padecemos, nuestras familias son un lugar privilegiado para vivir la solidaridad y sana convivencia. Son el hogar que dan cobijo en las situaciones de intemperie y estas crisis se soportan mejor gracias a la familia donde papás e hijos trabajan por sobrellevar en armonía, paz y serenidad las situaciones adversas que se presentan.

Así lo hicieron San José, la Santísima Virgen y el Niño Dios. Fueron treinta años de vida oculta de Nazaret que nos describe el evangelio casi sin decir nada pero que con intuición comprendemos. No vemos confort, ni comodidades materiales o comerciales llenas de superficialidades, ni menos disgustos, no se escuchan voces de enojo, ni se ven caras de disgusto, ni gestos de reproche o actitudes de rebeldía. Ahí se respira amor y mutua comprensión, una familia unida y modelo de todas las familias.

Es una familia feliz, pero pobre, no exenta de dificultades, de problemas y angustias para huir de noche y buscar refugio en un país extranjero como tantos refugiados esparcidos por doquier. Ellos no comprendieron pero aceptaron. Nosotros no comprendemos pero razonamos, tratando de buscar argumentos para justificar lo que pedimos, lo que deseamos y lo que buscamos. Queremos que las cosas sucedan como lo planeamos. En cambio “María guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón” (Lc. 2, 19)

Este es el canto a la ejemplar familia. Acerquémonos y admiremos lo que esta familia irradia para nuestro hogares. Dejemos a un lado, los rencores, las rivalidades, las envidias, los chismes y vivamos este tiempo en paz, en saber compartir y dialogar, en disfrutar y reír con las amenas conversaciones y recuerdos de buenas experiencias vividas en y con nuestra familia. Aprendamos a vivir el amor y el sacrificio, conscientes de que la gracia del sacramento del matrimonio fortalece a los papás para sacrificarse el uno por el otro y ambos por los hijos.

Como decía el Papa Pablo VI en su visita a Nazaret en el año 1964: “Que Nazaret nos enseñe el significado de la familia, su comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e inviolable, lo dulce e irreemplazable que es su pedagogía y lo fundamental e incomparable que es su función en el plano social… Jesús, José y María, sed el consuelo y la fuerza de todas las familias de la tierra para que sean trasuntos fieles de vuestra Sagrada Familia, renovando el empeño en el comienzo del Año Nuevo, que el Señor nos concede por su gracia. Visitadnos ahora y hacednos fuertes con la gracia de la Eucaristía.” ¡Hablemos claro!






miércoles, 11 de diciembre de 2013

La Alegría del Evangelio

Como recién salida del horno, el Papa Francisco ofrecía su exhortación apostólica en la conclusión del año de la fe. Se trata nada menos de su excelente programa de trabajo en este pontificado, donde desafía a nosotros los católicos a no tener miedo de proponer el evangelio con la bondad de Cristo. Con su ejemplo predica una “conversión al papado“ que lo vuelva más fiel al sentido que Jesucristo quiso darle a las necesidades actuales de la evangelización.

Como sabemos, en la última cena Jesús les dijo a sus discípulos: “Les digo estas cosas para que mi alegría esté en vosotros y mi alegría sea plena” y el Papa nos recuerda a todos que desde el comienzo, el anuncio de Jesús ha estado marcado por la alegría.

La “Evangelii Gaudium” en español tiene una extensión de 142 páginas y está dividido en una introducción y cinco capítulos: "La transformación misionera de la Iglesia", "En la crisis del compromiso comunitario", "El anuncio del Evangelio", "La dimensión social de la Evangelización" y "Evangelizadores con espíritu".

Entre lo mucho que propone quiero destacar algunas pinceladas en esta maravillosa exhortación. La revolución del Papa Francisco no consiste en cambiar la doctrina cristiana sino cambiar el modo de mostrar el Cristianismo. Dice que hablar de Dios no consiste en “imponer obligaciones sino en compartir una alegría”.

Nos muestra la humanidad de la Fe católica, que sobre todo “ofrece misericordia al pecador”. Por eso, invita a “buscar la felicidad de los demás como la busca un padre bueno” y a relacionarse con todos de “persona a persona”. 

Nos pide a los cristianos que “cooperemos para resolver” los problemas de la sociedad y que no miremos a otro lado. Cita entre otros, la “economía de la exclusión y de la desigualdad”, los “intereses de mercado convertidos en regla absoluta”, y nuevas esclavitudes como la prostitución, el trabajo infantil o la mendicidad. 

El Papa Francisco quiere “ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia”, pero no a través del sacerdocio, que “es un servicio y no puede ser identificado con el poder”. También dice que no cambiará la doctrina del aborto, pero invita a preguntarse si se ha ayudado a las mujeres embarazadas que se encontraron solas y sin el apoyo necesario. 

Creo que esto es un punto fundamental, la Iglesia existe para anunciar el Evangelio, para anunciar a Jesús, y hoy hay que hacerlo sabiendo en qué cultura y situación de vida vive el hombre de hoy, el Papa quiere que la Iglesia sepa dialogar, sepa caminar, y sepa expresar su simpatía hacia el ser humano y establecer con él un diálogo respetuoso para anunciar a Jesucristo.

El texto es largo, fresco, rico y apasionante porque aborda muchos temas sin miedo porque “Jesucristo rompe los esquemas aburridos en los que pretendemos encerrarlo”. ¡Hablemos claro!



lunes, 2 de diciembre de 2013

¡Acepta el riesgo, sigue a Cristo!

Durante esta semana nuestra diócesis se llenó de alegría cuando el Excmo. Sr. Obispo D. Faustino Armendáriz confirió el sacramento del Orden, en grado de Diaconado, en primer lugar a 4 seminaristas el pasado lunes en la parroquia de Santiago en Jalpan de Serra, con motivo de los 300 aniversario del natalicio de beato Fray Junípero Serra. Y después el jueves a 10 seminaristas en el Seminario Conciliar de Nuestra Señora de Guadalupe.

En víspera de la magna celebración del 150 aniversario de la fundación de nuestra diócesis, esta ordenación es una bocanada de aire fresco que nos hace inhalar un oxígeno de mucha esperanza y confianza para nuestra Iglesia. Cuántas necesidades tiene el mundo entero de vocaciones, de almas generosas y entusiastas que sepan responder a la invitación del Señor que llama, es Él quien toma la iniciativa lanzando las redes en cada familia, en cada hogar, en cada parroquia… sigamos rezando para que haya una pronta respuesta y no seamos sordos a este desafío tan apremiante de evangelización.

En el corazón de cada uno de estos jóvenes diáconos, hay un cúmulo de experiencias y vivencias que han ido forjando a lo largo de su formación. Sí, ha sido un camino arduo y difícil pero siempre accesible y alentador, pues han contado con la Gracia de Dios que los sostiene y con todos los medios a su alcance: estudios, oración, formadores, vida de equipo etc.

Al mismo tiempo, me uno a esta fiesta porque el Señor ha permitido celebrar mi 19 aniversario sacerdotal. “Gracias, Dios mío por el gran don del sacerdocio y de mi perseverancia”. Cada día renuevo y refresco mi entrega incondicional a su servicio. Hace 35 años cuando me encontraba con tan sólo 12 años salí de mi casa para emprender esta gran aventura de la vocación con la bendición de mi madre: “El Señor te bendiga y te proteja, el Señor vuelva hacia ti su semblante y te dé paz. En el manto de María esté mi hijo envuelto, no lo quiero ver muerto ni herido ni de sus enemigos perseguido, Dulce Madre, no te alejes tu vista de él no apartes, anda con él a todas partes y sólo nunca lo dejes. Ignacio, hijo, tu mira a tu Cristo, no lo traiciones hijo, aunque mucho lo abandonen y lo dejen”…

Así lo he vivido, y así lo experimento día a día, no dejo de mirarlo porque Él ha llenado los mejores años de mi vida y mi juventud. ¡Qué maravilla poder ser puente entre Dios y los hombres! Ser un medio para hacerles llegar la incomparable gracia del perdón, bendecir y ser instrumento vivo de la presencia de Cristo en sus corazones. Aceptemos el riesgo de seguir a Cristo con todas sus consecuencias. ¡Hablemos claro!