miércoles, 29 de agosto de 2012

Las dificultades nos hacen crecer!!!!


¿Qué hacer ante las dificultades? por lo general a todos nos pasa que nos agobiamos, queremos morirnos, nos es difícil aceptar las desgracias y tragedias del día a día.

La verdad que si uno lo ve con calma y lo analiza, verá que siempre se cumple el dicho, no hay mal que por bien no venga. Recuerdo una anécdota que siempre me llamó la atención y que encierra una gran verdad, les contaré:

Cuentan que un día un campesino le pidió a Dios le permitiera mandar sobre la naturaleza para que -según él – le rindieran mejor sus cosechas. ¡Y Dios se lo concedió! Entonces cuando el campesino quería lluvia ligera, así sucedía; cuando pedía sol, éste brillaba en su esplendor; si necesitaba más agua, llovía más regularmente; etc.

Pero cuando llegó el tiempo de la cosecha, su sorpresa y estupor fueron grandes porque resultó un total fracaso. Desconcertado y medio molesto le preguntó a Dios el porqué salió así la cosa, si él había puesto los climas que creyó convenientes.

Pero Dios le contestó – “Tú pediste lo que quisiste, más no lo que de verdad convenía. Nunca pediste tormentas, y éstas son muy necesarias para limpiar la siembra, ahuyentar aves y animales que la consuman, y purificarla de plagas que la destruyan…”-

Así nos pasa: queremos que nuestra vida sea puro amor y dulzura, nada de problemas. Y por eso estamos en el error, las dificultades, no las queremos, es más las evitamos porque nos incomodan, nos entristecen...

Considero que el optimista no es aquel que no ve las dificultades, sino aquel que no se asusta ante ellas, no se echa para atrás. Por eso podemos afirmar que las dificultades son ventajas u oportunidades maravillosas, las dificultades maduran a las personas, nos purifican como el oro en el crisol, en definitiva, nos hacen crecer.

Por eso hace falta una verdadera tormenta en la vida de una persona, para hacerla comprender cuánto se ha preocupado por tonterías y nimiedades, por chubascos pasajeros y egoístas.

LO IMPORTANTE NO ES HUIR DE LAS TORMENTAS, SINO TENER FE Y CONFIANZA EN QUE PRONTO PASARÁN Y NOS DEJARÁN ALGO BUENO EN NUESTRAS VIDAS.

Como nos dice la escritura en Habacuc 3,17-19
"Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos; aunque mienta la obra de la oliva, y los labrados no me den ni para mantenerme. Aunque las ovejas sean quitadas de la majada y no haya vacas en los corrales; con todo eso yo me alegraré en el Señor y me gozaré en el Dios de mi salvación. El Señor es mi fortaleza… y me hará andar sobre alturas".


viernes, 24 de agosto de 2012

¿Por qué un año de la Fe?


Estamos a menos de 50 días para iniciar el Año de la Fe, del 11 de octubre del 2012 al 24 de noviembre del 2013. ¿Por qué un Año de la fe? La pregunta no es retórica, ni poesía y merece una respuesta, sobre todo ante las grandes expectativas de la Iglesia por este acontecimiento que traerá nueva sabia para todos y cada uno de los bautizados.

Benedicto XVI ha dado una primera motivación cuando lo anunció: "La misión de la Iglesia, como Cristo, es esencialmente hablar de Dios, a la memoria de su soberanía, recordar a todos, especialmente a los cristianos que han perdido su identidad, la ley de Dios que les pertenece, que es nuestra vida. Con el fin de dar un nuevo impulso a la misión de toda la Iglesia y llevar a los hombres fuera del desierto en el que a menudo se encuentran, a la amistad con Cristo, que nos da la vida en abundancia ". Ésta es la intención principal. 


Que no caiga en el olvido lo que caracteriza nuestra vida: creer. El estar fuera del desierto trae consigo el silencio de los que no tienen nada que decir por recuperar la alegría de la fe y comunicarla de un modo nuevo.


Este año, por lo tanto, está principalmente dirigida a toda la Iglesia, porque ante la dramática crisis de fe que afecta a muchos cristianos se muestran una vez más y con renovado entusiasmo el verdadero rostro de Cristo que nos llama a seguirlo.


Es un año para todos nosotros, porque en el viaje eterno de la fe, sentimos la necesidad de revitalizar el paso, ya a veces lento y cansado, que busca hacer de nosotros testigos más eficaces del evangelio. Por otro lado, considero que tampoco se puede excluir que muchos son conscientes de su propia debilidad, y que a menudo toman un estilo de indiferencia y  agnosticismo, por no decir de ateísmo, y quieren recuperar el sentido perdido o su norte, tratando de comprender el valor de pertenecer a una comunidad, a una familia, etc, este es el verdadero antídoto contra la esterilidad del individualismo de nuestros días. 


Benedicto XVI, en su carta apostólica 'Porta Fidei' hablaba de la exigencia de volver a descubrir el camino de la fe para resaltar cada vez más la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo. A la luz de este pensamiento (...) ha convocado un 'Año de la Fe' que comenzará en coincidencia con dos aniversarios: el quincuagésimo de la apertura del Concilio Vaticano II (1962) y el vigésimo de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica (1992) ...El Año de la Fe se propone, ante todo, sostener la fe de tantos creyentes que, en medio de la fatiga cotidiana, no cesan de confiar, con convicción y valentía ,su existencia al Señor Jesús. Su testimonio, que no es noticia (...) es el que permite a la Iglesia presentarse al mundo de hoy, como en pasado, con la fuerza de la fe y con el entusiasmo de los sencillos”.


La pregunta que nos hacíamos al inicio de la fe no es para cerrar los ojos en este mundo y menos para inhibirnos de nuestra responsabilidad con toda la humanidad en este momento histórico que vivimos. 

Será un año en el que la oración y la reflexión personal nos ayudará a hacer un balance de nuestra vida, y así podremos acrecentar nuestro compromiso de alimentar día con día nuestra fe por medio de la Eucaristía.

lunes, 20 de agosto de 2012

Dios lo sabe todo!!!!


No hace mucho tiempo me pidió una persona hablara de un tema, que muchas veces, para los que tendemos a cuestionar todo, nos hace titubear en nuestra fe pensando que en ocasiones las cosas de Dios pueden parecer cuentos, novelas o películas que nos resistimos a creer o entender.
Por ello, digo que la Omnisciencia de Dios siempre ha llevado a los seres humanos de todos los tiempos, sobre todo a los que cuestionan la Fe y a aquéllos que no están muy a tono con la Voluntad de Dios, a preguntarse lo siguiente:
Si Dios lo sabe todo, por supuesto sabe si me voy a salvar o a condenar, entonces, ¿para qué esforzarme en tratar de salvarme?
Sabiendo que voy a tratar un tema teológico, quizás el más difícil y complicado, intentaré aclarar lo mejor posible este dilema, pero partiendo de la premisa de que la respuesta totalmente cabal, no la obtendremos durante nuestra vida en la tierra.
Es necesario que entendamos que el misterio de la divina predestinación es, como nos dice el Concilio de Trento, “un arcano misterio, indescifrable mientras vivamos en este mundo”. (cf. Denz. 805)
Solamente a la luz de Dios, en medio de la Visión Beatífica, podremos ver claramente cómo Dios ha dispuesto y ordenado todo maravillosamente, con su Sabiduría y su Amor Infinitos.
Como este tipo de dudas casi insolubles las pone en nuestra mente el Enemigo de Dios, para tratar de que muchos se desvíen hacia esta aparente callejón sin salida, observemos que –como en todas sus proposiciones- hay una mentira. No en vano San Juan dice del Demonio: “Cuando habla, de él brota la mentira, porque es mentiroso y padre (o inventor) de toda mentira” (Jn. 8, 44).
Este “brillante” dilema humano (que no es tan humano, porque es invento de Satanás, aunque nos hace creer que es una “brillante” idea nuestra) parte de una mentira, la cual consiste en una confusión. Y me explico.
¿Cuál es esa confusión? El creer que “predestinación” y “conocimiento previo” son la misma cosa. Y no lo son. Así que tenemos que comenzar por diferenciar una cosa de la otra. Es decir: no se condena nadie porque Dios conozca esto por adelantado.
Sí es cierto: Dios conoce el mal que haremos los seres humanos. Pero … ¿Podemos decir que hacemos algo malo porque Dios conoce que lo vamos hacer? No. En otras palabras: Dios conoce el mal que voy a hacer, y lo conoce porque lo voy a hacer. Pero no es que lo hago porque Dios lo conoce de antemano. Son dos cosas muy distintas y contrapuestas. ¿Vemos la confusión en la que intenta meternos el Enemigo?
Para mejor entender este planteamiento, voy a tomar un ejemplo de la vida humana actual: la Bolsa de Valores. Si un estudioso del mercado financiero llegar a predecir que las acciones de una determinada empresa van a tener un alza de x% en un lapso de tiempo determinado –digamos unos 6 meses- ¿podríamos decir que quien causó el alza en el mercado de valores fue la persona que predijo dicha alza? No, verdad? Lo que sucedió fue que esa persona tiene un conocimiento superior y anticipado del comportamiento de esa determinada acción y del mercado de valores, y ese conocimiento le permitió predecir lo que iba a suceder.
Por tanto, Dios no predestina a nadie a la condenación en el Infierno. Los que se condenan llegan al Infierno por que deliberadamente cometen uno o más pecados graves y persisten en ese pecado, o en esos pecados hasta su muerte. Libremente rechazan uno o más Mandamientos de la Ley de Dios, y -lo que es más grave aún- rechazan también las gracias continuas y abundantes que Dios les da para su salvación eterna, especialmente las gracias de su Misericordia Infinita para el arrepentimiento y perdón de sus pecados.
Así que quien se condena se condena a sí mismo. No se condena porque Dios conozca de antemano este hecho.
Dios no nos hizo creaturas estilo robots. Dios nos hizo libres. Y desea que optemos por Él libremente. Para esto nos da todas las gracias necesarias para ser salvados. Se preocupa por nosotros día y noche, cada instante de nuestra vida. Y está pendiente de cada pecador para que se arrepienta y se salve. Algunas citas de la escritura nos lo dicen:
“Vengan para que arreglemos cuentas. Aunque sus pecados sean colorados, quedarán blancos como la nieve” (Is. 1, 18).
Dios no ha predestinado a nadie para la condenación. Todo lo contrario: nos ha destinado a todos para la salvación. Es lo que se llama en Teología “la Voluntad Salvífica Universal de Dios”.
 “Dios nuestro Salvador quiere que todos los hombres se salven” (1 Tim. 2, 4).
Dios nos eligió desde antes de la creación del mundo y determinó desde toda la eternidad que nosotros fuéramos sus hijos adoptivos” (Ef. 1, 4-5).
Somos libres de aceptar o no, de ser salvos o no.
“A los que de antemano conoció, también los destinó a ser como su Hijo, semejantes a El, a fin de que sea El primogénito en medio de numerosos hermanos. Por eso, a los que eligió de antemano, también los llama, y cuando los llama los hace justos, y después de hacerlos justos, les dará la gloria” (Rm. 8, 29-30).
Vengan, benditos de mi Padre, a tomar posesión del Reino que ha sido preparado para ustedes desde el principio del mundo” (Mt. 25, 34).
Si el Señor no acortara esos días, nadie se salvaría. Pero el ha decidido acortar esos días en consideración a sus elegidos” (Mc. 13, 20).
 Ustedes no me eligieron a Mí; he sido Yo quien los he elegido a ustedes y los preparé para que vayan y den fruto y ese fruto permanezca” (Jn. 15, 16).
No temas, pequeño rebaño, porque al Padre de ustedes le agradó darles el Reino” (Lc. 12, 32).
Esta tentación sobre la predestinación y la salvación es tan grave que la Iglesia, desde el Concilio de Trento, a mediados del Siglo 16, en tiempo de la Reforma Protestante, condena claramente a aquellos que sostengan que la gracia de la justificación no se da sino a los predestinados a la vida eterna y que los demás, aunque son llamados, no reciben la gracia por estar predestinados al mal por el poder divino. Los que así piensan fueron condenados en este Concilio (cf. Denz. 827).
En resumen, Dios predestina para el Cielo a los buenos, pero jamás predestina a los malos al Infierno. La condenación se da porque el pecador no se arrepiente de su pecado y persiste en esa actitud hasta el momento de su muerte.
En virtud de la voluntad salvífica universal de Dios, (término que significa que Dios quiere que todos los seres humanos se salven) y, en atención a los méritos de Cristo, Dios nos ofrece a todos –sin excepción- los auxilios necesarios y suficientes –sobreabundantes, inclusive- para que todos nos salvemos.
Si aprovechamos todas las gracias de salvación que Dios continuamente y en sobreabundancia derrama sobre cada uno de nosotros, a través de la oración, de los Sacramentos (especialmente de la Confesión y de la Sagrada Comunión), de las enseñanzas de su Iglesia, nuestra meta final será el Cielo, no el Infierno.
De allí que, tan pronto como en el año 855 en el Concilio III de Valence, la Iglesia haya proclamado: “Y no creemos que los malos se perdieron, porque no pudieron ser buenos, sino porque no quisieron ser buenos” (Denz. 321)
Pero, veamos otro detalle: La divina predestinación es gracia total y absolutamente gratuita, sin que nadie la pueda merecer.
“Nadie puede venir a Mí si no lo atrae mi Padre que me envió” (Jn. 6, 44).
Ustedes no me escogieron a Mí. Soy Yo quien los escogí a ustedes, y los he puesto para que vayan y produzcan fruto, y ese fruto permanezca” (Jn. 15, 16).
Pues por gracia de Dios han sido salvados, por medio de la fe. Ustedes no tiene mérito en este asunto: es un don de Dios” (Ef. 2, 8).
Pues Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el actuar tratando de agradarle” (Flp. 2, 13).
Pero Él, en forma gratuita, les regala su perdón, mediante el rescate que se dio en Cristo Jesús” (Rm. 3, 24).
Así, no depende eso del querer o del esforzarse de uno, sino de Dios, que tiene compasión” (Rm. 9, 16)
¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste ¿por qué te sientes orgulloso como si no lo hubieras recibido?” (1 Cor. 4, 7).
Bien dice, entonces, el Magisterio de la Iglesia, según el Concilio de Quiercy (año 855):
“Dios Omnipotente quiere que todos los hombres sin excepción se salven (1 Tim. 2, 4), aunque no todos se salvan. Ahora bien, que algunos se salven es don del que salva; pero que algunos se pierdan es merecimiento de los que se pierden” (Denz. 318).

lunes, 13 de agosto de 2012

La JMJ en Río de Janeiro.

Comienza la cuenta  atrás...
Hace uno año me encontraba participando en la JMJ de Madrid. ¡Cuántas experiencias vividas cada día como sacerdote en cada instante, sin faltar los encuentros con los disidentes que daban no sólo lástima, sino pena, por no tener resortes en su corazón para vibrar y escuchar la llamada de Cristo! Dan la impresión de ser verdaderos cadáveres ambulantes sin darle sentido a su vida, cansados de serlo....

Ahora sólo queda un año para la JMJ de Río Janeiro. Los organizadores han querido aprovechar estos días para dar un impulso con sabor a cuenta atrás a los preparativos. Este fin de semana pasado, 50 mil jóvenes celebraron el inicio en el estadio de Maracaná, con el lema: "Preparad el camino". Pero, además de grandes actos como éste, la organización de Río 2013 cuida de modo especial la preparación espiritual. Será una JMJ marcadamente misionera.

En esta prejornada, estuvieron presentes el Nuncio Apostólico en Brasil; el Presidente de la Conferencia Episcopal Brasileña, Cardenal Raymundo Damasceno; y también Monseñor Orani Joao Tempesta, arzobispo de Río y Presidente del Comité Organizador de la Jornada.

Los actos centrales se celebrarán en la playa de Copacabana y la base aérea de Santa Cruz. Un elemento muy llamativo es el claro sentido misionero de una Jornada que tendrá como lema: "Id y haced discípulos a todos los pueblos". Este espíritu se ha concretado en una de las principales novedades de la Jornada: la sustitución de los días en las diócesis por una semana misionera. Siguen, en esta línea, el encuentro de hace unos días, en el que los jóvenes dedicaron algunas horas a los más necesitados.

No se oculta a nadie que, aunque las Jornadas Mundiales de la Juventud están al servicio de la Iglesia universal, son de gran importancia también para el país que las acoge. Madrid, por ejemplo fue un verdadero fervorín y explosión de fe para todos los españoles. Por ello, la vocación misionera de la JMJ de Río también está dirigida a confirmar en la fe a los brasileños. 

Brasil sigue siendo el país con mayor número de católicos del mundo, esta confesión está en retroceso, según el censo de 2010. Hoy es católica el 64,4% de la población, frente al 83% de 1980. Esto contrasta con el avance de los evangélicos el 22,2%, frente al 15,4% de 2000 y de los agnósticos, ateos y personas sin religión definida crecieron del 4,7% al 8%. Río de Janeiro, precisamente, es la ciudad con menor proporción de católicos: el 45,8%.


Los organizadores de la Jornada son conscientes de que no habrá misión sin una buena preparación espiritual. Por ello, han querido dar un gran protagonismo a las vigilias de oración mensuales, y las utilizan para hacer públicos algunos aspectos de la JMJ. La oración oficial de la Jornada, por ejemplo, se rezó por primera vez el pasado 13 de julio, en una vigilia que continuó con una procesión con el Santísimo y con Adoración durante toda la noche. Ocurrirá lo mismo con el himno, que se presentará el 14 de septiembre, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, en una Vigilia en la base aérea homónima.

Ojalá y muchos jóvenes puedan hacer esta experiencia, es de verdad un encuentro con Cristo que sabe transformar el corazón más frío cuando nos acercamos a ÉL con humildad para que nos cambie y nos haga mejores en nuestra vida cristiana.

lunes, 6 de agosto de 2012

Testamento espiritual de Pablo VI


Hoy recordamos la partida al cielo de un hombre que pasó haciendo el bien como Sumo Pontífice, Giovanni Battista Montini, lo recordamos con gran cariño quienes tuvimos la dicha de conocerlo algunos años. Sus 15 años de pontificado marcaron un profundo amor a la Iglesia. Dejo al mismo Beato Juan Pablo II lo comente: 

"El Señor había dado a Pablo VI dotes incomparables, que él hizo fructificar estupendamente, con una delicadísima modestia: el corazón lleno de comprensión y longanimidad; la inteligencia aguda, lúcida, sintética; la mirada viva y penetrante; la voluntad diamantina sin compromisos; la fuerza y la belleza de la expresión hablada y escrita; los monumentos de sus encíclicas y de sus discursos; el ardor de sus viajes que él inició, el primero en este siglo a escala internacional, en el ansia que le urgía en su interior de proclamar la verdad, de anunciar a Cristo, de hacer amar a María, Madre de la Iglesia, de hacer conocer la misma Iglesia. Su inteligencia y cultura le dieron un sentido agudo de la grandeza y de la miseria del hombre en una situación contradictoria como aquella de nuestra generación: pero su fe y caridad le inspiraron aquella «civilización del amor» sin la cual, hoy como nunca, la humanidad difícilmente podrá encontrar la solución a los problemas que la turban profundamente. Comprendió al hombre porque lo miró con los ojos de Cristo. Ayudó al hombre, porque lo amó con el amor de Cristo. Sirvió al hombre, porque le indicó la verdad de Cristo en toda su plenitud".(28 de septiembre de 1988)


El testamento espiritual del Pablo VI es una joya que nos servirá para una profunda meditación y reflexión personal. Tampoco estaría mal que cada uno de nosotros dejáramos por escrito las inquietudes, anhelos, deseos y preocupaciones de nuestra alma. Creo que podrían hacer mucho bien a nuestros seres queridos. Me llama la atención que lo dejó escrito, en el tercer año de su pontificado. No haré ningún comentario más y ojalá disfruten de esta lectura que nos ayudará a poner nuestro corazón en el cielo. 

Algunas notas para mi testamento
In nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti. Amen.
1 - Fijo la mirada en el misterio de la muerte y de lo que a ésta sigue en la luz de Cristo, el único que la esclarece; y por tanto, con confianza humilde y serena. Percibo la verdad que para mí se ha proyectado siempre desde este misterio sobre la vida presente, y bendigo al vencedor de la muerte por haber disipado sus tinieblas y descubierto su luz.

Por ello, ante la muerte y la separación total y definitiva de la vida presente, siento el deber de celebrar el don, la fortuna, la belleza el destino de esta misma existencia fugaz: Señor, Te doy gracias porque me has llamado a la vida, y más aun todavía, porque haciéndome cristiano me has regenerado y destinado a la plenitud de la vida. Asimismo siento el deber de dar gracias y bendecir a quien fue para mí transmisor de los dones de la vida que me has concedido Tú, Señor: los que me han traído a la vida (¡sean benditos mis Padres, tan dignos!), los que me han educado, amado, hecho bien, ayudado, rodeado de buenos ejemplos, de cuidados, afectos, confianza, bondad, cortesía, amistad, fidelidad, respeto. 

Contemplo lleno de agradecimiento las relaciones naturales y espirituales que han dado origen, ayuda, consuelo y significado a mi humilde existencia: ¡Cuántos dones, cuántas cosas hermosas y elevadas, cuánta esperanza he recibido yo en este mundo! Ahora que la jornada llega al crepúsculo y todo termina y se desvanece esta estupenda y dramática escena temporal y terrena, ¿cómo agradecerte, Señor, después del don de la vida natural, el don muy superior de la fe y de la gracia, en el que únicamente se refugia al final mi ser? ¿Cómo celebrar dignamente tu bondad, Señor, porque apenas entrado en este mundo, fui insertado en el mundo inefable de la Iglesia católica? Y ¿cómo, por haber sido llamado e iniciado en el Sacerdocio de Cristo? Y ¿cómo, por haber tenido el gozo y la misión de servir a las almas, a los hermanos, a los jóvenes, a los pobres, al pueblo de Dios, y haber tenido el honor inmerecido de ser ministro de la santa Iglesia, en Roma sobre todo, al lado del Papa, después en Milán como arzobispo en la cátedra, demasiado alta para mí y venerabilísima, de los santos Ambrosio y Carlos, y finalmente en ésta de San Pedro, suprema y tremenda y santísima? In aeternum Domini misericordias cantabo.

Reciban mi saludo y bendición todas las personas que he encontrado en mi peregrinación terrena; los que fueron colaboradores míos, consejeros y amigos, y ¡tantos lo han sido, y tan buenos y generosos y queridos! ¡Benditos sean los que recibieron mi ministerio y fueron hijos y hermanos míos en nuestro Señor!

A vosotros, Lodovico y Francesco, hermanos de sangre y de espíritu, y a vosotros los seres tan queridos todos de mi casa, que no me habéis pedido nada, ni habéis recibido ningún favor terreno de mí, y que siempre me habéis dado ejemplo de virtudes humanas y cristianas, que me habéis comprendido con tanta discreción y cordialidad y, sobre todo, me habéis ayudado a buscar en la vida presente el camino hacia la futura, a vosotros va mi paz y mi bendición.

El pensamiento se vuelve hacia atrás y se extiende alrededor; y sé bien que no sería cumplida esta despedida, si no me acordase de pedir perdón a cuantos haya podido ofender, o no servir, o no amar bastante; e igualmente si no me acordara del perdón que algunos puedan desear de mí. La paz del Señor sea con nosotros.
Y siento que la Iglesia me rodea: Oh, Iglesia santa, una y católica y apostólica, recibe mi supremo acto de amor con mi bendición y saludo.

A ti, Roma, diócesis de San Pedro y del Vicario de Cristo, tan querida de este último siervo de los siervos de Dios, mi bendición más paternal y más plena, para que Tú, Urbe del Orbe, tengas siempre presente tu misteriosa vocación y sepas responder con virtudes humanas y con fe cristiana a tu misión espiritual y universal, todo a lo largo de la historia del mundo.

Y a Vosotros todos, venerables Hermanos en el Episcopado, mi saludo más cordial y reverente; estoy con vosotros en la única fe, en la misma caridad, en el empeño apostólico común, en el servicio solidario del Evangelio, para edificación de la Iglesia de Cristo y salvación de toda la humanidad. A todos los Sacerdotes, los Religiosos y las Religiosas, los Alumnos de nuestros Seminarios, los Católicos fieles y militantes, los jóvenes, los que sufren, los pobres, los que buscan la verdad y la justicia: a todos, la bendición del Papa, que muere.

Y también, con particular reverencia y agradecimiento a los Señores Cardenales y a toda la Curia romana: ante vosotros, que me rodeáis más de cerca, profeso solemnemente nuestra Fe, declaro nuestra Esperanza, celebro la Caridad que no muere, aceptando humildemente de la divina voluntad la muerte que me esté destinada, invocando la gran misericordia del Señor, implorando la intercesión clemente de María santísima, de los Ángeles y de los Santos, y encomendando mi alma a la oración de los buenos.

2 - Nombro heredero universal a la Santa Sede: me obligan a ello el deber, la gratitud y el amor, salvo las disposiciones que abajo se indican.

3 - Sea ejecutor testamentario mi Secretario privado. El tendrá a bien aconsejarse de la Secretaría de Estado y se atendrá a las normas jurídicas vigentes y a las buenas costumbres eclesiásticas.

4 - En cuanto a las cosas de este mundo: me propongo morir pobre y simplificar así todo.

Por lo que se refiere a los bienes muebles e inmuebles de mi propiedad personal, que aún pudieran quedar de proveniencia familiar, dispongan de ellos libremente mis Hermanos Lodovico y Francesco; les ruego que apliquen algún sufragio por mi alma y por las de nuestros Difuntos. Den algunas limosnas a personas necesitadas y para obras buenas. Guarden para sí y den a quien lo merezca o lo desee algún recuerdo de las cosas, o de los objetos religiosos, o de los libros de mi propiedad particular. Destruyan las notas, cuadernos, correspondencia y escritos míos personales.

De las demás cosas que se puedan decir mías personales: disponga, como ejecutor testamentario, mi Secretario privado, guardando para sí y entregando a las personas más amigas algún pequeño objeto como recuerdo. Agradeceré que se destruyan los manuscritos y notas de mi puño y letra; y que de la correspondencia recibida, de carácter espiritual y reservado, se queme todo lo que no estaba destinado al conocimiento de los demás. En el caso de que el ejecutor testamentario no pueda realizar esto, tenga a bien hacerlo la Secretaría de Estado.

5 - Ruego vivamente que se celebren sufragios y se den limosnas generosas, dentro de lo posible.

Respecto a los funerales: sean devotos y sencillos. (Se suprima el catafalco que se usa para las exequias pontificias, sustituyéndolo por algo humilde y decoroso).
La tumba: desearía que fuera en la tierra misma, con una señal modesta, que indique el lugar e invite a piedad cristiana. No quiero monumento ninguno.

6 - Y respecto a lo que más importa, despidiéndome de la escena de este mundo y yendo al encuentro del juicio y de la misericordia de Dios: debería decir tantas cosas, muchas. Sobre la situación de la Iglesia; que escuche las palabras que le hemos dedicado con tanto afán y amor. Sobre el Concilio: se lleve a término felizmente y trátese de cumplir con fidelidad sus prescripciones. Sobre el ecumenismo: continúese la tarea de acercamiento a los Hermanos separados, con mucha comprensión, mucha paciencia y gran amor; pero sin desviarse de la auténtica doctrina católica. Sobre el mundo: no se piense que se le ayuda adoptando sus criterios, su estilo y sus gustos, sino procurando conocerlo, amándolo y sirviéndolo.

Cierro los ojos sobre esta tierra doliente, dramática y magnífica, implorando una vez más sobre ella la Bondad divina. De nuevo bendigo a todos. Especialmente a Roma, Milán y Brescia. Y una bendición y un saludo especial para Tierra santa, la Tierra de Jesús, adonde fui como peregrino de fe y de paz. Y a la Iglesia, a la queridísima Iglesia católica, a la humanidad entera, mi bendición apostólica.

Finalmente: In manus Tuas, Domine, commendo spiritum meum. Ego: Paulus P.P. VI -Roma, junto a San- Pecho, 30 de junio de 1965, año III de nuestro Pontificado.

viernes, 3 de agosto de 2012

¡Qué felicidad ser Sacerdote!


Vocación Sacerdotal


Hace tiempo circulaba por la blogósfera un video donde varios sacerdotes opinaban  
sobre la vocación sacerdotal o podríamos decir, sobre la razón de ser de un sacerdote. 
Se trataba de una campaña que la conferencia episcopal española hizo con motivo 
del día del seminario en la festividad de San José.

El pasado 28 de julio recordé con gran emoción un aniversario más de mi entrada 
al seminario menor. Quién lo iba decir que aquel niño inquieto, travieso y despierto 
hoy ya sacerdote podría estar escribiendo su testimonio:

"Hace 34 años cuando tan solo era un niño de 12 años, percibí con 
la inocencia e ilusión infantil la invitación de Cristo a seguirle. Sabía que 
El me quería para una gran misión: ser su Sacerdote por toda la eternidad. 

Aún recuerdo, la bendición de mi madre: “El Señor te bendiga y te proteja, 
el Señor vuelva hacia ti su semblante y te dé paz, en el manto de María 
esté mi hijo envuelto, no lo quiero ver muerto ni herido, ni de sus 
enemigos perseguido. Dulce Madre no te alejes tu vista de él no 
apartes, anda con él a todas partes y solo nunca lo dejes. Ignacio, tú mira 
a tu Cristo, hijo, no lo dejes, aunque mucho lo abandonen....” palabras 
que siguen resonando con mucha fuerza cada día en mi interior y que 
me impulsan a dar lo mejor para seguir en pie de guerra.


Gracias Señor, por estos años que me han purificado como oro en el crisol 
de mi sacerdocio. Ahora sigo caminando, siguiendo esa estrella que un 
día vi, y aunque en ocasiones se me oculta, tengo la profunda convicción 
que no voy solo por la vida, eres Tú quien guía mis pasos para seguir 
dando consuelo, luz, alegría, paz y esperanza a tantas almas buenas que 
has puesto en mi camino. Gracias a Uds. amigos que me han enriquecido 
con su testimonio en España, Italia y México.


No sé aún los años que el Señor me conceda de vida, pero sí sé, desde lo 
más profundo de mi ser y sin lugar a dudas, que cada latido de mi 

corazón será siempre una prueba del amor que le tengo a Él para vivir 
mi sacerdocio en plenitud hasta la muerte. ¡Que Dios los bendiga hoy 
y siempre!"

En este verano en muchos lugares se encuentran niños, adolescentes y jóvenes 
haciendo una experiencia vocacional, o un discernimiento para descubrir si Él
los llama a seguirle en el camino sacerdotal. Nos toca a nosotros, rogar al 
dueño de la mies que envíe obreros a su mies. No nos cansemos de orar por 
las vocaciones, la iglesia está necesitada de sacerdotes que sepan ser punto 
de referencia para las almas.

He leído diversas críticas del video que se centran en estas tres frases:
"te prometo un trabajo fijo ", "te prometo que nunca te arrepentirás", 
"te prometo que sabrán que has hecho lo correcto."

Se critica estas afirmaciones porque "duelen" a la sociedad actual. Todas ellas 
parten del concepto de vocación que se ha perdido o se considera un mito. Por 
eso, estás críticas son más bien elogios que  entendemos cuando encontramos 
de dónde parten. La vocación te lleva a trabajar sin atender a lo que ganes 
de sueldo, teniendo la certeza de que haces aquello para lo que has nacido y 
además estás completamente seguro.  Díganme si esto, no es maravilloso.

Les mostraré el video, ojalá pueda seguir dando la vuelta al mundo y 
sacuda a varias conciencias. Pero, como siempre habrá de todo, quien se 
queje y los desprecie. Quien se ría o se burle... eso implica que hemos acertado. 
Siempre seremos signos de contradicción por ser de los amigos de Cristo. 
Considero que es un video capaz de adentrarse en las conciencias y de hacer 
reflexionar a la juventud que llevan la vocación en su interior.

Recordémoslo siempre, un sacerdote es una bendición que Dios regala a su 
comunidad. Debemos ayudarles, apoyarlos, incluso sostenerlos si en un momento 
dado se tambalean. Somos tan humanos como Uds. pero su vocación los 
distingue, los hace ser diferentes y especiales por su carácter sacramental.