martes, 25 de septiembre de 2012

El problema del mal.....Dios no Existe!

Un hombre que asesina a casi 80 personas en un campamento en Noruega, chicos armados que cometen masacres en institutos o colegios, padres acusados de matar a sus hijos, hijos que pegan a sus padres, violencia en el seno del matrimonio, suicidios, secuestros... cada vez más a menudo, el mal golpea la mirada con sólo asomarse a la televisión o a las portadas de los periódicos. Pero ¿Por qué sucede todo esto? Y, sobre todo: ¿qué tiene que ver con nosotros? ¿Dónde está Dios? Este es el grito lastimero….

Cada vez se suceden con más frecuencia los casos de violencia en nuestra sociedad: malos tratos, peleas, asesinatos, secuestros..., incluso en el seno de la misma familia. Ocasionalmente, el fenómeno de la violencia muestra su rostro más macabro en matanzas cometidas en institutos, colegios, campamentos..., incluso suicidios. Es difícil no pensar que detrás de estos hechos se oculta un descontento, una tristeza, una ruptura con la vida que afecta, en mayor o menor medida, a toda la sociedad. Y… dónde está Dios?

No cabe duda que cada caso tiene una motivación distinta, todos son diferentes. Nosotros nacemos con un temperamento, y luego influye el ambiente, para formar nuestra personalidad. Los valores aprendidos en casa, nuestra misma piedad y sentido religioso influyen. Hay autores que dicen que existe un componente genético hacia la violencia, pero esto sólo predispone, no determina la conducta. Y... dónde está Dios?

Sin ir más lejos, sostengo en mi experiencia de formador de adolescentes y jóvenes, y por supuesto, no dudo en señalar a la educación como el factor que más influye a la hora de considerar el origen de la violencia, sobre todo si hay un ambiente muy permisivo, sin normas; esto no justifica a nadie, pero sí hay que tenerlo en cuenta, sobre todo en la adolescencia. En general, estos episodios se dan en personas con poca tolerancia a la frustración. Si a una persona no la educan desde pequeña a que no se puede tener todo, llegará un momento en que no obtener lo que queremos generará mucha agresividad, pues la frustración produce agresividad; y ésta suele ir dirigida hacia los que nos rodean, pero que también se puede transformar en depresión, en verlo todo negativo, y eso a veces puede conducir a algunas personas al suicidio. Y… dónde está Dios?

En los casos de violencia más graves, como los que terminan en asesinato, es necesario realizar un peritaje psicológico: «Hay que evaluar si ha habido voluntad y conocimiento del acto cometido, si ha habido propósito de hacer lo que ha hecho y si se ha querido hacerlo, porque en ciertas patologías puede haber una no culpabilidad, por estar alteradas la capacidad cognitiva y/o la volitiva». Pero hay un riesgo más, el hecho de que la repetición de estos actos lleve a una cierta tolerancia social ante la violencia y por eso nos acostumbramos: «Es verdad que, si estás constantemente viendo o viviendo casos como éstos, llega un momento que te habitúas. Pero es necesario no perder de vista que tenemos la responsabilidad de juzgar las situaciones; es algo que forma parte también de la educación: si regalamos juegos de violencia, si vemos películas violentas, eso al final lo veremos como normal, a riesgo de repetir estas conductas, por eso tenemos que educar en valores y principios». Y… dónde está Dios?

También es cierto que, en ocasiones, las circunstancias u otros aspectos de la situación de las personas pueden atenuar su responsabilidad, lo cual no significa que lo que han hecho no sea realmente un mal. Pero creo que es importante preguntarse por qué alguien actúa así, de dónde viene eso. Muchas veces, al conocer la vida de estas personas, uno encuentra mucho sufrimiento, a veces una historia terrible. No se puede decir, simplemente: estas personas son malas. Hay que ver qué ha configurado a esta persona para hacer lo que ha hecho. Y… dónde está Dios?

Por eso, avanzar en una explicación solamente psicológica al problema del mal es en definitiva  insuficiente; hay que ir más allá. Vivimos en una sociedad que se escandaliza de lo que sucede, pero no pone el empeño en saber por qué pasan estas cosas. En este sentido, en la Revelación de Dios en la historia del hombre podemos encontrar luz ante estas preguntas.

Podemos ver que, separado de Dios, el hombre no sabe bien quién es. En el origen de la confusión entre el bien y el mal está la pérdida de la comunión con Dios, del cual el demonio siempre trata de separarnos, de modo que perdemos de vista el bien verdadero. Es verdad que se trata de un combate que existe y que todos afrontamos cada día, pero debemos tener en cuenta que en Cristo el mal ha sido ya vencido.
          
             Por eso, es Cristo quien mejor nos puede educar en la lucha contra el mal. La respuesta que Dios ha dado al hombre en Jesucristo, el mismo ayer, hoy y siempre  que nos interpela a optar por Él personalmente. En el fondo, da respuesta a todos estos interrogantes para que el hombre pueda ser sanado. No se trata de conseguir comportamientos perfectos, ni tampoco es cuestión sólo de leyes; no es cuestión de poner un policía al lado de cada uno, sino de una educación que configure el corazón, lo profundo de la persona, para que pueda reconocer el bien y elegirlo.

 El Señor ha dado la respuesta a todo este asunto, ha vencido el mal, el pecado y la muerte. Conocemos también la experiencia de tantas personas en el mundo cuya vida cambia cuando conocen a Cristo: es una consecuencia lógica de conocer el amor. El mal no es ni tiene la última palabra. Y éste es un camino que recorremos cada uno de nosotros todos los días.

El mal nos toca a todos y es una realidad que experimentamos como la ausencia del bien que deseamos realmente; no lo podemos negar. Por eso, tenemos una gran noticia de anunciar, que hay Uno que cura el corazón del hombre: Jesucristo, que nos cura y nos salva. Por eso, evangelizar no es dar a conocer una opinión más al mundo, sino anunciar que es posible una vida nueva que se hace concreta en la vida de todos los días.

Quiero terminar con dos anécdotas que me han llamado la atención y muy conocidas por mis lectores, una que sucedió hace unos años en una aula de clase en Alemania. El texto dice así:

Un profesor universitario retó a sus alumnos con esta pregunta.

-¿Dios creó todo lo que existe?

Un estudiante contestó valiente:
 -Sí, lo hizo.

-¿Dios creó todo?
-Sí señor, respondió el joven.

El profesor contestó, -Si Dios creó todo, entonces Dios hizo el mal, pues el mal existe y bajo el precepto de que nuestras obras son un reflejo de nosotros mismos, entonces Dios es malo.
El estudiante se quedó callado ante tal respuesta y el profesor, feliz, se jactaba de haber probado una vez más que la fe cristiana era un mito.


Otro estudiante levantó su mano y dijo:
 -¿Puedo hacer una pregunta, profesor?

-Por supuesto, respondió el profesor.

El joven se puso de pie y preguntó: 
-¿Profesor, existe el frío?

-¿Qué pregunta es esa? Por supuesto que existe, ¿acaso usted no ha tenido frío?

El muchacho respondió: -De hecho, señor, el frío no existe.
 Según las leyes de la Física, lo que consideramos frío, en realidad es ausencia de calor. Todo cuerpo u objeto es susceptible de estudio cuando tiene o transmite energía, el calor es lo que hace que dicho cuerpo tenga o transmita energía. El cero absoluto es la ausencia total y absoluta de calor, todos los cuerpos se vuelven inertes, incapaces de reaccionar, pero el frío no existe. Hemos creado ese término para describir cómo nos sentimos si no tenemos calor.

-Y.., ¿existe la oscuridad? continuó el estudiante.

El profesor respondió:
 -Por supuesto.

El estudiante contestó:
 -Nuevamente se equivoca, señor, la oscuridad tampoco existe.
 La oscuridad es en realidad ausencia de luz. La luz se puede estudiar, la oscuridad no, incluso existe el prisma de Nichols para descomponer la luz blanca en los varios colores en que está compuesta, con sus diferentes longitudes de onda. La oscuridad no. Un simple rayo de luz rasga las tinieblas e ilumina la superficie donde termina el haz de luz. ¿Cómo puede saber cuán oscuro está un espacio terminado? Con base en la cantidad de luz presente en ese espacio, ¿no es así? Oscuridad es un término que el hombre ha desarrollado para describir lo que sucede cuando no hay luz presente.

Finalmente, el joven preguntó al profesor:
 -Señor, ¿existe el mal?

El profesor respondió:
-Por supuesto que existe, como lo mencioné al principio, vemos violaciones, crímenes y violencia en todo el mundo, esas cosas son del mal.

A lo que el estudiante respondió:
 -El mal no existe, señor, o al menos no existe por sí mismo. El mal es simplemente la ausencia de Dios, es, al igual que los casos anteriores un término que el hombre ha creado para describir esa ausencia de Dios. Dios no creó el mal. No es como la fe o el amor, que existen como existen el calor y la luz. El mal es el resultado de que la humanidad no tenga a Dios presente en sus corazones. Es como resulta el frío cuando no hay calor, o la oscuridad cuando no hay luz.
Entonces el profesor, después de asentir con la cabeza, se quedó callado.
El nombre del joven era: Albert Einstein

y la otra un video que les recomiendo y responde al estribillo que apostillé al final de cada párrafo. Y…dónde está Dios?.


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